lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuba, Teatro del Sol "Mi socio Manolo" vista por Alberto Ojeda, critico de teatro Venezolano

La vida en metáforas.
Mi socio Manolo.

Casi al cierre del festival de teatro de occidente, edición XXVIII, disfrutamos del espectáculo “Mi socio Manolo” de la agrupación cubana Teatro del Sol. Una hermosa colección de metáforas para reflexionar sobre la vida desde la simple cotidianidad.
El encuentro de dos viejos amigos luego de varios años de distanciamiento termina convirtiéndose en una suerte de ventana al alma desde la cual podemos asomarnos a dolorosas realidades de nuestro camino por la vida en búsqueda de la realización como personas.
Un rancho muy pobre parece muy buen lugar para aquel que nada posee, una escenografía en la cual ciertos elementos resultan superfluos y nada contribuyen en la creación del ambiente y una iluminación que no termina de emplearse cabalmente son aspectos a revisar en este trabajo dirigido por Sarah María Cruz Hernández.
Destaca el trabajo de los actores, que no se dejan perder en la escena para regalar al público un par de personajes sencillos, profundamente humanos, íntimamente cercanos a cada uno de nosotros.
Porque de sueños, esperanzas, anhelos, frustraciones y penas está hecha la vida de todos, ricos y pobres somos cobijados bajo un mismo manto.
Una historia simple, el melodrama de dos amigos en un reencuentro, un drama poco ambicioso en lo aparente, es la fachada para poner al espectador de frente a una colección de metáforas que inducen reflexiones sobre las necesidades del ser humano, un proyecto de vida, agrupación social, respeto y reconocimiento, seguridad; pero sobre todo, la necesidad de reconocernos a nosotros mismos y plantear nuestra realización en función de nuestros anhelos y necesidades reales, no bajo la égida de la sociedad.
En resumen un espectáculo de contenido que merece una revisión en su estética para terminar de consolidarse y el cual disfrutamos en la sala “Federico Collado” del centro teatral Herman Lejter de Guanare a las 7:00 p.m. Arribando así el festival de occidente al último, más no menor, de los grandes eventos programados para esta edición. Una edición que ya es histórica.
Alberto Ojeda

Encuadre Teatral - TET "Pessoa" vista por Alberto Ojeda, critico de teatro Venezolano


Romántico verso engalanado de teatralidad deliciosa.
Pessoa.
Alberto Ojeda


Divina nos ha resultado la coproducción de Encuadre Teatral y el TET, inspirada en la vida y los versos de Fernando Pessoa.
Una puesta en escena de marcado estilo vintage en la cual se incorpora el uso del video aportando brillantez a la escena, predispone el ánimo del espectador al disfrute de un espectáculo realmente fascinante y así, nos adentramos en un sueño de amor sublime.
La cuidada estética de la puesta se suma a elegancia plástica del gesto, del movimiento, de la actuación y en conjunción con la extraordinaria selección y ejecución musical en vivo nos llevan a un viaje por la vida de estos dos personajes, sus experiencias y sus perspectivas del amor, tocando tan hondo que alcanzan el alma del espectador para hacerlo sentir de una u otra manera que esa también es su historia, vivida, soñada, anhelada, frustrada… la historia particular de cada uno.
Es un compromiso tremendo asumir la tarea de trasladar versos al teatro sorteando los puntos intermedios del recital y la lectura dramatizada. Difícil además conservar el ánimo etéreo de la poesía involucrándolo en una estructura dramática coherente y accesible al público. Sin embargo, esta obra lo logra y a si se concreta un producto escénico compacto, equilibrado, rítmicamente armónico que tan solo tiene una pretensión: enseñarnos que el amor, es lo único que tenemos, lo único que nos queda.
Cualquiera puede pensar que las historias de amor están pasadas de moda pero no es así, basta percibir la sutil energía que emana del espectáculo y se entrelaza con el alma del público.
Entonces reconocemos que el romanticismo no está pasado de moda y no lo estará jamás. Podemos empeñarnos en cerrar los ojos y permitir que el peso del devenir nos arrastre más en el fondo de nuestras almas albergaremos siempre la sublime esperanza de amar.
Felicitaciones a todo el elenco por su muy bien calibrado desempeño técnico sobre el escenario, pero sobre todo, por amar el arte de las tablas y dejárnoslo saber no mediante discursos sino a través de momentos deliciosos como el vivido en la sala Alberto Ravara, centro teatral Herman Lejter de Guanare, la noche del 19 de noviembre de 2010 en el marco del XXVIII festival de teatro de occidente.



UNOES "De cierta edad" vista por Alberto Ojeda, critico de teatro Venezolano

Con buen pulso narrativo.
De cierta edad.
Alberto Ojeda


Demasiado breve la función que nos presentó la Unión de narradores orales escénicos UNOES, intitulada: De cierta edad. La cual se desarrolló en la sala Federico Collado del centro teatral Herman Lejter, arribando con ella el Festival de Teatro de Occidente a su novena noche de actividades en Guanare.
Una propuesta básica, muy elemental y desprovista de cualquier intención vanidosa pero que a la vez deja al descubierto la certeza y madurez de este grupo de narradores en la ejecución de su oficio artístico.
Además un espectáculo lleno de nostalgia, risas y verdades salpicadas de abrumadora naturalidad que nos lleva a pensar sobre el hecho de que no estamos ahora mejor que antes ni tampoco antes estuvimos mejor que ahora. Cada época tiene su encanto y serán las generaciones emergentes las encargadas de relatar cuál fue el encanto de nuestra época, cuando sean adultos “de cierta edad”.
Quizá la pérdida más grande entre aquella época pasada y la nuestra sea la pérdida de la inocencia feliz, sustituida por una ingenuidad casi pecaminosa o peor aún por una culpable ignorancia.
Sin duda alguna se trató de un gran aperitivo en el menú de este festival tan hermosamente polémico, tan lleno de vitalidad y tan abierto a compartir sus espacios con diversas expresiones del quehacer escénico.



Teatro estable del IMCA "Esta no es otra obra de teatro clasica" vista por Alberto Ojeda, critico del teatro Venezolano

Sin texto no hay teatro.
Esta no es otra obra de teatro clásica.
Alberto Ojeda


De nada vale disponer de recursos y talentos si en la escogencia de un texto para representar no se actúa con prudencia.
El grupo de teatro “Espacio Silente” nos visitó en el Festival de Teatro de Occidente 2010 y se presentó en la sala Federico Collado del centro teatral Herman Lejter a las 11:00 p.m. del 18 de noviembre.
En ocasiones me asalta la impresión que a estas alturas del siglo XXI nada puede sorprendernos e incluso, me atemoriza la idea de que eventualmente fingimos sorpresa para no perder nuestra perspectiva de humanidad.
Pero la realidad es que las sorpresas siguen surgiendo para bien o para mal. Así fue como al leer el título de la obra “Esta no es otra obra de teatro clásica”. Me invadió el temor de estar frente a otra de esas obras cuyo texto se basa en la parodia de clásicos amortajados de frases hechas y así fue.
Sería posible especular como excusa el grave problema que enfrentan los colectivos artísticos del país para obtener fondos. Pero eso no es excusa porque el arte es obra del sentimiento humano y está por tanto, por encima de la materialidad de lo meramente económico.
Además porque si ya tenemos problemas, manipular al público desde la risa fácil es una manera expedita pero no la más digna para mantenernos vigentes.
Sin texto no hay teatro y esta no es otra obra de teatro clásica, es simplemente un remake de fórmulas cinematográficas de bajo presupuesto estilo “Scarry movie” u otras peores, orientada en todo caso a provocar la risa por la risa. Todo esto en medio de una puesta en escena muy pobre, con un vestuario burdo injustificable simplemente por tratarse de un cuarteto de locos
Una revisión urgente al respeto que debemos al público, al arte de las tablas y especialmente a nosotros mismos.
Sospecho sí, que los histriones tienen talento para la actuación, ¿podremos verlos un día en mejor lid mostrando lo que tienen? Con un texto y una acertada dirección pienso que Espacio Silente Grupo de teatro podría correr mejor suerte de la actual.





Teatro San Martin "Señorita y madame" visto por Tomas Jurado Zabala, critico teatral venezolano


Señorita y madame
Tomas Jurado Zabala


La segunda obra: “Señorita y madame”, puesta por el Teatro San Martín, con la  dirección de Luis Domingo González,  por el contrario se nos presenta en un humor refinado e inteligente que no nos hace reír, pero sí nos hace pensar; que, al fin de cuentas, es lo fundamental del humor.
Esta obra donde Gustavo Ott canta con admiración las hazañas de dos heroínas de la cosmetología y el éxito comercial nos sumerge en una trama de guerra desde principio  a fin. Guerra entre las dos rivales, guerra mundial, nazismo, holocausto, guerra comercial; pero en el centro de todo está la guerra donde no se aniquila el cuerpo de la gente, sino, peor aún, donde se aniquila el alma con el cañón comercial de la publicidad. Una obra
donde al autor pone en evidencia no sólo su valía como manejador de situaciones dramáticas sino también como cuidadoso investigador que nada en aguas profundas para pescar anécdotas y privacidades de las dos más grandes figuras de la cosmetología, la publicidad y la belleza: Helena Rubinstein y Elizabeth Arden.
Sobre estos dos personajes se teje la obra,  la historia de sus vidas, muy semejantes; sus éxitos y fracasos, sus fortunas imperiales, sus manías; pero sobre todo sus rivalidades y desencuentros.
La primera impresión que se percibe es la sobriedad del escenario: un par de puertas y un par de alfombras ocupan el espacio actoral para demarcar una línea axial vacía que separa a la una de la otra, ya ancianas, ambas en silla de rueda, declarando su pasado que es al mismo tiempo presente y futuro. Unos cuantos cubos blancos que serán puestos en lugares estratégicos, a conveniencia, son el complemento de todo lo necesario para que cuatro actrices nos sumerjan en la magia del relato: Verónica Arellano como Helena Rubinstein atrapa la atención del espectador  aún antes de pronunciar su primer parlamento, bástale dejar quietas sus manos e incorporarse en su silla para que la anciana se convierta en la madame elegante de movimientos gráciles y juveniles. Valeria Castillo interpreta magníficamente a Elizabeth Arden y las otras dos actrices: Irabé Seguías y Mariana Alviárez cumplieron encantadoramente la serie de personajes que les fueron confiados en esta obra que el público portugueseño aplaudió con pasión.

Sembrando Semillas Culturales " Divorciada, Evangelica y Vegetariana", vista por Tomas Jurado Zabala critico teatral venezolano

Gustavo Ott todo el jueves
Tomás Jurado Zabala

El programa del XXVIII Festival de Teatro de Occidente del jueves 18 fue casi exclusivo para mostrar el talento creador de Gustavo Ott: en la sala Federico Collado, a las siete de la noche, se representó “Divorciada, evangélica y vegetariana”, y a las nueve, en la sala Alberto Ravara, “Señorita y madame”.
La primera fue puesta por el grupo Sembrando Semillas Culturales, con la dirección de Neyda Aular, quien nos presentó una visión muy particular de la obra, haciendo ciertos giros en el texto original, exagerando las situaciones a tal punto de imprimirle códigos de farsa melodramática, que en cierto sentido nos alejaba, por momentos, del drama terriblemente existencial que padecen tres mujeres agobiadas por los males del siglo, quienes, casualmente, coinciden en un espacio abarrotado de gente, pero solitario, de un vagón del metro. La guía de interpretación de la obra cambia al cambiar el cronotopo; a mi juicio, era importante respetar los espacios metro-cine-montaña donde gradualmente nos iremos introduciendo en los entramados de sus conflictos particulares hasta lograr configurar un todo; y no en un apartamento donde la convivencia cotidiana nos hace suponer que no hay más historia que contar.
En el inicio, una coreografía de tres minutos pareció comprometer a la actriz a la que el espacio actoral debió figurársele gigantesco; no obstante si el objetivo fue hacer reír éste fue alcanzado con creces: el público, y yo entre ellos, reímos a rabiar con las acciones de estos cuatro actores que dieron lo mejor de sí para merecer el aplauso nutrido conque los premiamos al final del espectáculo, porque, para qué negarlo, somos una olla de presión que acumula durante el día una peligrosa carga de estrés que pondría en riesgo nuestra capacidad emocional si no existiera esa válvula de seguridad que es el humor, a través del cual podemos relajarnos, liberar tensiones, disipar preocupaciones y mandar nuestros problemas  a la otra esquina.